lunes, diciembre 28, 2015

Los ecos de Yutu

El rover chino nos desvela un nuevo tipo de roca volcánica en la Luna, revelando una historia más compleja de lo que imaginábamos.

A finales de 2013 China daba un golpe sobre la mesa, y demostrando al mundo que su programa espacial va en serio, aterrizaba en nuestro satélite, en la zona norte del Mare Imbrium, una de las grandes llanuras volcánicas que cubren parte de su rostro visible desde la Tierra y le dotan de su aspecto característico. En si misma era una réplica de las misiones soviéticas de los años 60 y 70, pero representaba en retorno de la Humanidad desde el final de estas últimas y las Apolo.

Chang'e-3 pudo posarse con total suavidad, por si mismo un éxito para un país sin experiencia en este terreno, y una vez completado el descenso desplegó a su "pasajero", el rover Yutu, provisto de los instrumentos necesarios para estudiar la mineralogía de la superficie, así como explorar, gracias al radar, el subsuelo. Después de años de tener que limitarnos a hacerlo desde la distancia, gracias a diversas sondas orbitales, sin duda efectivos pero limitados en algunos aspectos, recuperábamos la capacidad de hacer análisis directos, algo que nada puede remplazar completamente.

El viaje de Yutu fue corto en la distancia, ya que después de una segunda noche lunar, su sistema de desplazamiento falló, quedando inmovilizado. Pero no en el tiempo. Aunque muchos medios corrieron a dar la misión por fallida lo cierto es que, incluso inmóvil, siguió trabajando y reuniendo datos del entorno, analizando en terreno al alcance de su brazo robótico y explorando el que se encontraba situado por debajo de el. Y aún permanece activo, rompiendo todas las previsiones de supervivencia, y como asegura Zongcheng Ling, profesor de la Escuela de Ciencias Espaciales de la Universidad de Shandong y participante en esta misión lunar, sigue siendo capaz de tomar datos de su entorno."Yutu ha sido el vehículo robótico que más tiempo ha operado en la Luna", presume el investigador chino. Y aunque con matices, dado su estado de inmovilidad, no deja de ser cierto.

Esa actividad está dando lugar a nuevos descubrimientos, algunos destinados a cambiar algunos aspectos de la historia lunar actualmente asumida. Chang'e-3 aterrizó en un flujo de lava relativamente joven, con una capa de regolito delgada y sin mezclar con restos de otras zonas. Era una ubicación ideal para comparar con la información que ofrecen los orbitadores. Y resultados de Yutu no podrían haber mostrado nada más distinto:"El lugar de alunizaje para Chang'e-3 fue cuidadosamente estudiado antes de ser seleccionado. Sin embargo, no esperábamos encontrar nuevos tipos de basaltos hasta que analizamos sus características", apunta Ling.

"Se asumía que nuevos tipos de rocas pudieran existir, pero esta investigación lo confirma con análisis experimentales, que evidencian que se trata de un tipo nuevo de basalto de los mares lunares que no se había muestreado previamente (ni tampoco se había detectado en los meteoritos lunares)", explica Jesús Martínez-Frías, jefe del grupo de investigación del CSIC de Meteoritos y Geociencias Planetarias."Este nuevo basalto aporta interesante información sobre los procesos volcánicos lunares ocurridos en épocas más recientes".

Entre los datos ofrecidos por Yutu resulta especialmente útil el del titanio, ya que permite mapear y comprender la historia del vulcanismo lunar, ya que varía bastante en su concentración, desde menos de un 1 % de dióxido de titanio (TiO2) hasta superar el 15 %, dependiendo de como se manifestó dicha actividad. Esto permite, juntándolo con las concentraciones de otros elementos también presentes (como la ilmenita y el olivino rico en hierro) a los científicos conocer la historia del manto lunar y cómo se fue solidificando. "La diversidad nos dice que el manto superior de la Luna es mucho menos uniforme en composición que el de la Tierra", explica ,Bradley L. Jolliff, investigador de la Universidad de Washington en San Luis (EE UU) y coautor del trabajo. "Correlacionando la química con la edad, podemos ver cómo el vulcanismo lunar ha ido cambiando a lo largo del tiempo".

La teoría más sólida sobre el origen de la Luna indica que esta nació hace unos 4.500 millones de años por la colisión indirecta de un protoplaneta del tamaño de Marte. Parte del material expulsado permaneció en órbita, y su gravedad común terminó haciendo que se fueran agrupando hasta formar nuestro satélite. Pero no sería este el final de la historia, ya que la acumulación de calor, a causa de la desintegración de elementos radiactivos, en su interior acabó por fundirlo, ordenando su interior en capas diferenciadas y activando una transitoria etapa volcánica unos 500 millones de años después de la formación de la Luna. Cuando esta se agotó es tema de discusión, aunque los datos de Yutu indican que pudo ocurrir más tarde de lo que se esperaba, ya que la zona donde se encuentra está formado por un flujo de lava relativamente joven en términos geológicos (2900 millones de años).

Y no solo este pequeño rover sigue activo. El módulo Chang'e-3 también, y su telescopio de 15 Centímetros, diseñado para captar el ultravioleta, sigue realizando observaciones, sacando partido a un mundo sin atmósfera. Con más de 2000 horas acumuladas, es el primer telescopio manejado desde la Tierra jamás instalado en la Luna. La historia de la primera misión lunar china, al contrario de lo que podríamos imaginar, aún no llegó a su final.

El aterrizaje de Chang'e-3. Regresando a la Luna 40 años después.

El viaje de Chang'e-3 y Yutu en la Luna. Aunque inmovilizado, Yutu siguió reuniendo datos científicos que están ya dando lugar a resultados tangibles.

Chang'e-3 y Yutu vistas por la LRO.

La señal de ambos sigue siendo captada por radioaficionados terrestres, la mejor evidencia de que siguen en activo.

La galaxia del Molinillo (M101), fotografiada por el telescopio ultravioleta de la Chang'e-3. 

Un rover chino descubre un nuevo tipo de basalto en la Luna 

Correlated compositional and mineralogical investigations at the Chang′e-3 landing site

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