jueves, noviembre 24, 2016

Un mundo sin Sol

¿Que pasaría con La Tierra si este desapareciera de repente?

Nuestra estrella, una enana amarilla que actualmente está viviendo una tranquila (en comparación a su juventud) madurez, es la fuente de toda vida en nuestro planeta, al mismo tiempo que será, en un futuro remoto, el motivo de su muerte. Ciertamente no estaban del todo equivocados aquellos que, en el pasado, lo veneraban como una deidad. Nuestra dependencia hacia el es total, y a el debemos que exista la vida en nuestro planeta. Y que nosotros estamos aquí para contemplarlo.

Pero simplemente decirlo quizás no transmite hasta que punto nuestro destino está ligado al Sol. Por eso plantearemos una situación hipotética. ¿Que pasaría con La Tierra si el Sol desapareciera de repente sin dejar ni rastro? Sobra decir que es una situación imposible, ya que si algo le ocurriera a nuestra estrella que fuera capaz provocara su destrucción total este se nos llevaría por delante. Pero aceptemos por un momento esta situación como parte del juego. El Sol ya no está. Borrado de la faz del Universo. Y ahora que? Veamos una pequeña cronología de acontecimientos:

1) 9 minutos: Ese es el tiempo (en realidad un poquito menos) que tarda la luz solar en alcanzar La Tierra, y el tiempo que tardaríamos en ser conscientes de lo ocurrido. Una oscuridad total y a escala planetaria caería sobre nosotros, sin ni tan solo el consuelo de La Luna, que al fin y al cabo se limita a reflejar la luz del Sol. Ese que ya no existe. Bienvenidos a la noche eterna...

Y también el viaje eterno entre el mar de estrellas, ya que al desaparecer, y con el su gravedad, nada nos seguiría atando y nos adentraríamos en línea recta hacia las profundidades a 110.000 Km/h. Dado que el espacio es esencialmente vacío, posiblemente nada se interprendía en nuestro camino. Posiblemente. Quien sabe.

2) 30 minutos-1 Hora: Los planetas que una vez adornaron nuestro firmamento se irían apagando uno tras otro, a medida que la desaparición del Sol, como una onda de oscuridad, vaya alcanzado a cada uno de ellos, y el reflejo de ese momento llegara hasta nosotros. Un final a cámara lenta. La sensación de estar percibiendo con nuestros propios ojos un pasado que se aleja para no volver.

3) Una semana: La Tierra, y especialmente sus océanos, tiene una inercia térmica muy elevada, y una gran capacidad de almacenar el calor. Por ello el desplome de las temperaturas sería intenso pero no repentino. Pasados 7 días la temperatura media del planeta se situaría aún alrededor de los 0 Cº, pero sería solo preámbulo de lo que está por llegar. Y como es previsible, afrontaríamos el colapso de la biosfera, ya que sin luz no es posible la fotosíntesis, y sin ella las plantas y organismos como el fitoplancton, morirían en cuestión de días o semanas. Algunas, como las grandes secuoyas, podrían haber aguantado unos meses, pero el frío se encargaría antes de acabar con ellas.

Pero no deberíamos preocuparnos de quedarnos sin oxígeno, ya que aunque su producción se interrumpa, su presencia en la atmósfera es masiva. Y tampoco quedarían mucho seres vivos para respirarlo, todo sea dicho de paso.

4) Dos meses: La mayor parte de animales terrestres habrían muerto de hambre o frío. Aunque así posiblemente la vida seguiría, ya que es una de las fuerzas más tozudas del Universo. Algunos, como los carroñeros, las criaturas subterráneas, los peces y aquellos adaptados a las regiones más frías podrían sobrevivir un poco más. Pero no demasiado.

5) 1 - 3 años: La temperatura medida habría bajado a los -73Cº, y solo aquellas zonas con intensa actividad geotérmica o volcánica serían aún habitables. Pero la caída térmica seguirá y pronto la Tierra se convertiría en una bola de hielo, algo que, paradójicamente, ofrecería una tabla de salvación para la vida, al menos la más simple, ya que el hielo es un buen aislante térmico. Ayudaría a mantener las capas más profundas líquidas durante mucho tiempo, quizás millones de años. Quizás tanto como habría vivido el planeta de no desaparecer el Sol.

6) 10-20 años: Cualquier atisbo de habitabilidad en la superficie desaparecería por completo. Con temperaturas de -240Cº la propia atmósfera se colapsaría. Al terminar La Tierra quedaría cubierta de hielos de Nitrógeno y Oxígeno, lo que una vez fue su templada, y acogedora cubierta de gases. Algo parecido a lo que le ocurre a Plutón. Cualquier forma de vida que tozudamente se negara a desaparecer tendría que esconderse en lo más profundo del océano, como los peces y los moluscos, que se alimentan de los organismos extremófilos de las profundidades marinas, que no necesitan luz para sobrevivir. Para estos últimos, casi una reliquia evolutiva, sería la victoria final. Cuando todos los demás se hubieran ido, ellos seguirían aquí.

¿Y que sería de los Humanos? Nuestra capacidad de adaptarnos y afrontar situaciones extremas gracias a nuestro ingenio (y tecnología) es infinito, y posiblemente, aunque solo quizás una pequeña parte, se las arreglaría para sobrevivir. Asentamientos en superficie o bajo el océano, aisladas del exterior y autosuficientes, o en grandes refugios subterráneos, al lado del calor que llegara del aún ardiente corazón del planeta. O quizás buscando ya una forma de saltar a otros mundos en otros soles. Sea cual fuera la respuesta, simplemente extinguirnos sin luchar no va con nosotros. Podemos tener muchos defectos, pero ese no es uno de ellos. Aunque sin lugar a dudas nos invadiría una extraña sensación de nostalgia, siendo como seríamos astronautas en nuestro propio mundo, recordado, hace no tanto en realidad, cuando era un lugar blanco, verde y azul, y la luz de un Sol ya desaparecido iluminaba nuestras vidas.

La noche eterna, un cielo lleno para siempre de estrellas, sería lo primero que veríamos al desaparecer el Sol. Una escena idílica, la última antes del abismo.

La Tierra está atada gravitacionalmente al Sol, al que acompaña a su vez en su viaje alrededor de la Galaxia. Cuando este primero desapareciera, ya nada nos sujetaría y saldríamos despedidos en línea recta.  Al igual que el resto de planetas, asteroides, planetas enanos, cometa y, en definitiva, cualquier cosa que lo hubiera orbitado.

El destino final, una bola de hielo viajando en la eterna noche interestelar. Sin embargo esa gruesa capa de hielo ofrecería un refugio, ya que este es un muy buen aislante. Bajo ella los océanos podrían seguir líquidos de forma casi permanente y algo de la vida terrestre sobreviviría en ellos, empezando por los organismos extremófilos y terminando por aquellos que se alimentan de estos últimos. Y quizás, si los humanos se adaptan, a su vez siendo nuestra principal fuente de alimentación.

What Would Earth Be Like Without the Sun?

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