martes, mayo 16, 2017

Destellos desde la nada

La detección de una nueva explosión de radio rápida (FRB) aumenta el misterio sobre su origen.

Se cumplen 10 años desde la detección de la primera de estas enigmáticas señales llegadas desde el espacio exterior, y en este corto tiempo han pasado de ser vistas como una cuestión menor, incluso señalándose que podrían ser simplemente emisiones de origen terrestre que estaban engañando a los radiotelescopios, al estatus de uno de los grandes misterios de la astrofísica moderna cada vez más frustrante para los astrónomos, ya que todos los esfuerzos para explicar su origen último siguen encontrándose con un muro incapaz de ser superado, al menos de momento.

Se las conoce como FRB (Fast Radio Bursts), y son intenso pulsos de radio de una duración de milisegundos que parecen venir de grandes distancias. Incluso conocemos uno que parece repetirse de forma cíclica. Pero hasta aquí llegamos. A partir de este punto se extiende un mar de hipótesis de todo tipo para intentar explicarlas, sin que en realidad tengamos una idea clara de con que estamos tratando. Incluso los intentos de encontrar la fuente de origen, rastreando en la zona del firmamento desde donde llegan sigue ofreciendo resultados negativos. Solo indicios, como una FRB que parece que tuvo su origen en una pequeña galaxia lejana. Pero eso y nada es casi lo mismo.

En febrero de 2015 se detectó la más enigmática de todas ellas, denominada FRB 150215. Enigmática porque, en un notable esfuerzo de coordinación a escala planeta, hasta 11 observatorios fijaron su mirada en el punto de origen poco después del estallido, y nuevamente no se encontró nada que pudiera explicarla, a pesar que se rastreó la zona tanto en ondas de radio como en luz visible, rayos X, rayos gamma y Neutrinos. Y enigmática porque en principio no deberíamos haber sido capaces de verla, ya que la señal nos llegó atravesando una región extremadamente densa de la Vía Láctea, sin ser desviada por el campo magnético galáctico, aunque en esto último quizás nos diga más de nuestra galaxia que de la propio FRB 150215.

En total se han registrado 22 FRB desde su descubrimiento, y en todos los casos la búsqueda de una causa, de "algo" que lo provoque, sigue dando resultados nulos. Esta última es el ejemplo más reciente de este misterio cada vez más profundo. Tal como expresó la líder del estudio, Emily Petroff, en su cuenta Twitter "Solo para ser claros, no sabemos qué está causando los rápidos estallidos de radio que vemos, pero no creemos que tenga nada que ver con alienígenas". En realidad la falta de respuestas deja abierta cualquier posibilidad, incluida las más inimaginables. Incluso algunos astrónomos, como Edo Berger, cree que la búsqueda se está haciendo de forma errónea, que las emisiones de radio se producen muchos años después de que se haya producido una explosión de supernova o rayos gamma, y los restos se han asentado en una magnética estrella de neutrones.

Podría ser así, y podría ser todo lo contrario. Los FRB siguen resonando desde el fondo del océano estelar, con un brillo en su frecuencia que supera ampliamente a cualquier otra fuente conocida, un instante deslumbrante antes de desaparecer tan repentinamente como llegaron, sin dejar rastro alguno que podamos seguir. Son la encarnación mismo del misterio contra el cual nuestros esfuerzos siguen dando en la nada. Al menos de momento.

El readiotelescopio Parkes, en Australia, fue quién detectó el intenso y fugaz paso de FRB 150215. Rápidamente otros, como TNT, ANTARES, The Australian Telescope, Swift, Chandra, Magellan, Dark Energy Camera, GMRT, Lovell y VLA se sumaron a la observación de la zona de aparición, buscando el posible rastro dejado por el FRB y encontrar un posible punto de origen. Esfuerzo vano.

Los destellos de radio, millones de veces más intensos que cualquier otra fuente de emisión de nuestra galaxia y que de desvanecen en apenas unos milisegundos. Sea lo que sea lo que está detrás de su origen no hemos sido capaz de encontrarlo hasta ahora. Justo al contrario, su misterio se sigue haciendo cada vez más profundo.

La última señal cósmica FRB añade más misterio sobre su origen. 

The Newest Cosmic Radio Burst Has Stumped Scientists

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